Aniversario de la muerte de Ramón Carrillo. Homenaje de la AMAP
Hoy hace sesenta años moría Ramón Carrillo, el primer ministro Salud de la Argentina, y el hombre más destacado del sanitarismo argentino. Produjo las principales obras y reformas del sector salud
“Los médicos solo podrán defenderse cuando hagan lo que todo el mundo: Unirse en una Institución Gremial seria y sin tendencias políticas”
«Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría»
«Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo»
Dr. Ramón Carrillo, primer ministro de Salud de la Nación
El 20 de diciembre de 1956 moría el sanitarista más importante de la historia argentina.
Con la reforma constitucional de 1949, la Secretaría de Salud Pública se transformó en el Ministerio de Salud Pública y Ramón Carrillo (1906-1956), en el primero que ocupó el cargo. Considerado el iniciador del sanitarismo argentino, Carrillo no solo realizó numerosas obras de infraestructura, sino que también desarrolló áreas en las que el Estado no había profundizado hasta entonces: la medicina preventiva, la medicina social y la atención materno-infantil. La política sanitaria de Carrillo estaba fundamentada en tres principios: todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la sanidad; no puede haber política sanitaria sin política social; de nada sirven las conquistas de la técnica médica si no pueden llegar al pueblo por medio de dispositivos adecuados.
Durante su gestión se dieron transformaciones fundamentales. Casi toda la infraestructura de salud con la que el país cuenta hoy se debe a esa gestión
En sólo ocho años, se construyeron 4229 establecimientos sanitarios en todo el país. Esto amplió la capacidad hospitalaria en 130.180 camas.
La tasa de mortalidad infantil disminuyó claramente y la esperanza de vida al nacer aumentó de 61,7 años promedio a 66,5 en menos de una década. Se erradicó por completo el paludismo y enfermedades como sífilis y tuberculosis disminuyeron a niveles equiparables a países más desarrollados.
«Si yo desaparezco, queda mi obra y queda la verdad sobre el esfuerzo donde dejé mi vida». Ramón Carrillo