Los ocho puntos claves en la lucha sindical de la AMAP

La nueva gestión de las autoridades del sindicato, se propone profundizar el trabajo en temas que son trascendentales para los médicos del sector privado. Por el Dr. Héctor Garín

No hay salud sin médicos,
no hay buena salud sin médicos con salarios dignos,
no hay buena salud con médicos disconformes

  1. La realidad de los médicos residentes
    En 2014, un grupo de médicos residentes se acercó a una reunión de la AMAP en la provincia de Córdoba. Con mucha preocupación nos expusieron las condiciones de trabajo en la que ejercían en esta etapa clave de formación profesional que representa el sistema de residencia. Expusieron las condiciones laborales que les ofrecían las clínicas y sanatorios cordobeses: jornadas de entre 110 y 120 horas semanales, hasta tres guardias por semana, asignación de tareas que no les correspondía asumir y salarios muy bajos. El residente no puede ser sometido a regímenes laborales que violen la Ley de Contrato de Trabajo y la Ley de Jornada Laboral, que entre otras cosas plantea jornadas laborales de un máximo de 48 horas semanales. Además del sometimiento a abusos de autoridad, maltrato y la falta de contemplación de los derechos básicos. En ese momento empezamos a hablar de trabajo esclavo, un concepto que lamentablemente pudimos hacer extensivo a otras situaciones similares como las que se viven en Santa Fe y Corrientes, y que con el tiempo comprobamos que era una cuestión generalizada. Desde aquella reunión a hoy, nos hemos manifestado reiteradamente sobre la problemática de los jóvenes colegas, que deben ser considerados trabajadores y gozar de todos los derechos laborales. Por otra parte, iniciamos la tarea de velar para que sean incluidos en nuestros convenios colectivos de trabajo tal como logramos en los firmados con la Obra Social Bancaria y la Obra Social del Personal Docente, Osplad.
    En este contexto, la AMAP elaboró un proyecto de ley para regular el trabajo de los médicos residentes en el ámbito de la medicina privada. Esta iniciativa que cuenta con veinte artículos contempla diferentes aspectos. Lo más destacado es que establece que el trabajo de los residentes debe ser contemplado por las empresas de salud como una relación de dependencia laboral durante todo el período que dure esta instancia de formación. Seguiremos insistiendo con esta propuesta ante la Cámara de Diputados, ya que su promulgación implicaría un importante logro para los jóvenes colegas.
    La situación de los residentes es muy preocupante, son los profesionales más perjudicados y maltratados por el sistema. Asimismo, la medicina implica una enorme entrega y esfuerzo, y los colegas recién recibidos pueden desalentarse ante una realidad tan dura. De por sí nuestra tarea puede ser muy dolorosa, pero también muy satisfactoria cuando se le puede resolver un problema de salud a un paciente. Es importante no ahuyentar a los médicos que empiezan a ejercer presentándoles un escenario desalentador; lo que tenemos que hacer es contribuir para fortalecer su vocación y convencerlos de que optaron por una profesión muy noble, que otorga un gran bienestar a pesar de que algunas circunstancias sean desfavorables.

Hemos sido pioneros en la defensa de las condiciones de trabajo de los residentes y en esta nueva gestión redoblaremos nuestro compromiso en este sentido.

  1. El trabajo no registrado
    En la actualidad, se está modificando el tradicional paradigma de la profesión liberal médica. Hoy, el colega necesita de una relación de dependencia para tener asegurado el sueldo, las vacaciones, las licencias por enfermedad, la ART y todas las condiciones que hacen que el trabajo sea digno, registrado y seguro.
    Muchas veces los empresarios de la salud tratan de convencer al médico, y en muchos casos lo logran, de que si es monotributista y factura, ganará más dinero. Esto en muchos casos genera una sensación de confusión que puede llevar a pensar que es más conveniente esta modalidad. Pero lo cierto es que en uno de los estudios que hicimos en la AMAP para tratar este tema verificamos cuál es exactamente la realidad: en primer lugar, ningún trabajador registrado gana menos que un monotributista, al contrario, recibe más dinero a lo largo del año si se computan en la cuenta las vacaciones pagas y el aguinaldo, que es un décimo tercer sueldo. Además, el médico como cualquier persona se puede enfermar y cada día que deja de trabajar no lo cobra, lo mismo pasa con la enfermedad de un familiar directo. Una relación de dependencia garantiza el pago de los salarios en estas circunstancias.
    La relación de dependencia no solo implica estabilidad laboral, sino que hay una multiplicidad de factores como el derecho a la actualización profesional. En muchos casos los convenios colectivos de trabajo contemplan la capacitación dentro de la propia estructura del empleo, la medicina es una profesión en la que es necesaria la educación continua; no hay posibilidad de dejar de leer, estudiar o de indagar en torno a nuevas terapéuticas. En los convenios colectivos que firmó la AMAP uno de los artículos más importantes incorpora la facultad de que el profesional se capacite en el marco de su jornada laboral, es decir, se la reconoce sin ningún impacto negativo en el sueldo y sin computar ausencia en el trabajo para que puedan asistir a cierto número de congresos, jornadas o cursos vinculados a su especialidad.
    Los médicos deben contar con relación de dependencia para, entre otros beneficios, disponer de la cobertura de una ART, que cubre su salario y brinda servicios en caso de un accidente o enfermedad laboral. Sin embargo, muchos médicos todavía hoy creen que ejercen en el siglo pasado, piensan que pueden ejercer la carrera de forma liberal y la realidad ha cambiado rotundamente.
    El médico hoy necesita más ayuda, más protección que antes cuando era un trabajador independiente y se desempeñaba individualmente. Por este motivo, es importante que conozcan la función de las organizaciones y que sepan que existen sindicatos como la AMAP, que en definitiva lo que hacen es velar por la defensa del médico y trabajar en conjunto para que estas situaciones de injusticia no se perpetúen.
    El trabajo no registrado les quita todos los derechos como trabajadores a nuestros colegas y, además, representa una importante pérdida económica al sistema previsional y de obras sociales de alrededor de mil millones de dólares anuales. La lucha es ardua sobre todo en la provincia de Buenos Aires y el interior del país donde la mayoría de los médicos de planta que trabajan en consultorios externos, las guardias, o en otras áreas, no están en relación de dependencia y por tal motivo no poseen ningún derecho laboral. En algunas provincias más del 95% de los médicos trabaja en negro. Para nosotros es imprescindible lograr que cada vez más médicos se incorporen a los convenios colectivos de trabajo, porque es la manera de asegurar su trabajo.

El trabajo registrado es trabajo seguro y decente, y en esta etapa este
seguirá siendo uno de los ejes centrales de nuestra acción sindical.

  1. Reconocimiento de la AMAP y su lucha por los derechos laborales de los profesionales
    Seguiremos insistiendo para que se comprenda la lucha por los derechos de los trabajadores, y para que todos los sectores que participamos del sistema privado de salud juntos logremos soluciones consensuadas para la registración de los colegas. Esta pelea implica también conseguir que el médico se perciba como trabajador. Hace tiempo que la medicina dejó de ser una profesión liberal, y hoy los médicos somos un trabajador más, con particularidades propias de nuestra profesión pero con los mismos derechos y obligaciones que todo trabajador tiene. En este sentido, hemos logrado importantes avances, y hoy esta conciencia se encuentra más fortalecida, sin embargo falta mucho camino para recorrer. Lo cierto es que hace años no se sabía que los médicos contaban con un sindicato que los protegía, fue una tarea muy “pesada” pero hoy la AMAP es reconocida por el colectivo de los médicos, las autoridades, los empresarios y otras entidades del sector. Ese reconocimiento potencia la capacidad de negociación gremial, y es un factor que fortalece a la institución.
    Para el médico es muy conveniente estar afiliado a la AMAP, y no hay que tenerle miedo a formar parte de un sindicato. Es clave crear conciencia colectiva y participar. El que está afiliado es parte activamente de la vida de la organización, esto no quiere decir que tenga más derechos que los demás porque nosotros defendemos a todos. Sin embargo, el estar afiliado significa tener sentido de pertenencia de clase y no tener prejuicios de integrar la corporación médica para defender los derechos de todos los trabajadores médicos. Cuanta más cantidad de afiliados haya, más fuerza tiene nuestra entidad, y más respeto lograremos de las patronales.
    Los empresarios se resistieron a aceptar que la AMAP era la representación gremial de los médicos, que ahora debían consensuar con nuestro sindicato, que debían discutir en paritarias, firmar convenios que deben respetar, respetar las tutelas sindicales de nuestros dirigentes. No fue fácil que entendieran nuestra presencia y nuestro accionar. Con el tiempo, logramos ese reconocimiento aunque aún queda pendiente en algunos lugares que se respete los que dicen nuestros acuerdos.

Proseguiremos nuestra tarea para conseguir el reconocimiento de nuestro sindicato
tanto por parte de los empresarios como de las autoridades y los colegas

  1. Condiciones de trabajo adecuadas y por salarios dignos
    El trabajo de los médicos en el sector privado de la salud presenta altos índices de precarización laboral. El hecho de que un porcentaje tan elevado trabaje en negro genera condiciones laborales inapropiadas. Por otra parte, no se respetan los términos de la Ley de Contrato de Trabajo y las jornadas son muy extensas, además, los colegas no gozan de beneficios como vacaciones, licencias, cobertura social, entre otros puntos. A esto se suma, la sobrecarga de trabajo, el estrés laboral, las presiones que sufren de la patronal para realizar la tarea a contrareloj o para cumplir horarios extensos. De esta forma, el profesional se aleja de la posibilidad de tomar decisiones sanitarias, queda descolocado frente al paciente y termina siendo un eslabón más de una cadena productiva que solo busca el lucro.
    En algunas clínicas no se proveen espacios adecuados para el descanso, la comida es de mala calidad y no se provee la ropa de trabajo que corresponde. Y a eso se suman hechos de violencia, que aunque se dan con más virulencia en el sector público, están presentes, también, en el área privada. Para cerrar este círculo “no virtuoso”, se suman salarios bajos que no responden en nada al nivel de responsabilidad y al trabajo calificado que se realiza. En algunas provincias, los médicos ganan por hora menos de 100 pesos. Sobre todo el interior del país y la provincia de Buenos Aires, la tarea que nos espera es enorme, pero no descansaremos hasta lograr que la labor de los médicos sea reconocida y se brinde un escenario seguro de trabajo.
    El trabajo del médico es de por sí una tarea en la que deben enfrentarse riesgos, de hecho el contacto con la muerte y el dolor son constantes, con todo lo que implica emocionalmente ejercer una actividad que se desliza en una frontera tan compleja. Sin embargo, existen algunos riesgos que el médico no debe asumir, no se trata de pagar un plus por tarea peligrosa, o de limitar las tareas asistenciales. Acá la cuestión es brindarle al profesional la seguridad laboral suficiente para que no ponga en riesgo su vida, ni la de sus pacientes.
    Cada vez más el médico se expone a situaciones que ponen en jaque su seguridad; violencia hacia el equipo de salud (a diario se registran casos de maltrato físico y verbal), escenarios de trabajo inseguros (son varias las situaciones en que colegas han sufrido heridas por derrumbes, como por ejemplo durante un operativo sanitario), malas condiciones laborales (falta de insumos o espacios físicos inapropiados para trabajar), jornadas extensas (residentes que llegan a cumplir más de 80 horas semanales), pluriempleo (algunos llegan a tener hasta cinco empleos diferentes), exposición a tóxicos (ya murió una colega por inhalación de ácido cianhídrico en ejercicio de su profesión), y un estrés laboral que puede incluso generar profundos cuadros de depresión, adicciones u otros trastornos mentales. Estudios realizados en todo el mundo, incluso en nuestro país, determinan que el 50% de los médicos por lo menos presentan síntomas de síndrome de burn out, ya sea cansancio emocional, desapego por el paciente e insatisfacción por la no realización profesional. A esto se adiciona otro hecho que desde el sindicato se ha analizado largamente: las consecuencias sobre la vida familiar y personal de las circunstancias en que se practica hoy la medicina.
    Esta breve descripción no pretende ser desalentadora, ni busca victimizar el trabajo médico. Por el contrario, procura poner el foco sobre las responsabilidades de autoridades sanitarias y empresarios de la salud. Si bien es cierto que hay una cuota de estrés laboral y de riesgo profesional inherente a la medicina, hay otros factores evitables o al menos que podrían disminuir notablemente su incidencia. Si no se asume que deben brindarse normas de protección, escenarios seguros de trabajo y condiciones dignas de trabajo, el médico será un trabajador en un alto riesgo de enfermar, ser lastimado, y hasta morir en el ejercicio de su trabajo.
    Desde el gremio concientizamos a los colegas para que hagan su aporte individual en el cuidado de su salud, y para que sepan cómo y a dónde hacer los reclamos por sus condiciones de trabajo, sin embargo hay un vasto terreno que escapa a nuestras posibilidades. Empresarios y autoridades deben entender que de ellos depende que la medicina pueda continuar ejerciéndose en plenitud, y que sean ellos los que deben garantizar una práctica segura para así brindar salud a la población. El médico hará lo suyo, que es fundamental, pero no puede hacerlo en soledad y en un estado de indefensión que pone en peligro su propia integridad física.

En el tiempo que viene, seguiremos trabajando por las condiciones laborales
de nuestros colegas ya que la sindicalización es clave para hacer valer los
derechos de los médicos y poner en marcha sus exigencias

  1. La “grosería” de la telemedicina y la deshumanización de la medicina
    Desde hace un tiempo se vienen desarrollando nuevas modalidades de atención que son perniciosas para la buena práctica médica, como la cuestión de la atención médica telefónica o vía internet, que se han transformado en algo recurrente en los sistemas de salud. Nosotros hemos manifestado la inconveniencia de este modo de trabajo que insistimos alejan al médico del paciente y termina deshumanizando la medicina. Esta práctica la hemos definido como una grosería de las empresas médicas. En general, estas modalidades poco tienen que ver con la salud y sí mucho más con las ventajas económicas que pueden obtener los empresarios, que suelen definir a sus afiliados como clientes y no como pacientes. Cuando manifestamos nuestro punto de vista a los gerentes y dueños de las empresas de salud, se comprometieron a reunirse con nuestros dirigentes para trabajar en el tema y desarticular estas iniciativas que atentan contra la relación médico-paciente.
    Nadie pone en duda los avances que las nuevas tecnologías han aportado para mejorar la salud de la población, ni todo lo que se les debe. Sin embargo si se une el concepto de productividad al de nuevas tecnologías en salud, se corren ciertos riesgos cuando se pretende aplicarlas a la relación con el paciente. Sin olvidar que ciertas tecnologías han significado menos fuentes de trabajo.
    Si se invirtiera más en atención primaria y menos en algunas técnicas o aparatología, los costos –que tanto preocupan a los empresarios- bajarían. Pero en este momento muchas prepagas elijen invertir en call centers en los cuales los médicos responden consultas telefónicamente. Hoy se abre un debate sobre los alcances que debe tener la telemedicina porque, por un lado, se le reclama la humanización de la atención y por otro, se crean metodologías de asistencia a distancia.
    Hay que tener bien en claro, que los empresarios no recurren a estas nuevas formas de la medicina para favorecer al paciente ni mejorar la atención, sino para ganar más plata. Se podría entender el uso de la telemedicina para asistir a alguien que está en un lugar muy alejado sin posibilidad de concurrir a la consulta, pero en una ciudad como Buenos Aires solo tiene que ver con reducir costos.
    El objetivo debe ser mejorar o hacer más rápido los diagnósticos, pero no apartar al médico de la gente. Se debe ver y tocar al paciente para saber qué tiene, y no solo qué tiene sino también qué siente.
    El Dr. Diego Bernardini introduce un excelente término muy apropiado para aquellos que entienden la enorme potencia de la relación con el paciente, él lo aplica principalmente a quienes se dedican a la medicina familiar, pero es extensible a todos. Bernardini habla del emocionometro, que es una tecnología que los médicos deberíamos traer con nosotros siempre: la capacidad de entender al prójimo como una entidad única, formada por cuerpo y alma. Un paciente no es solo quien presenta un problema físico. El médico no debe convertirse en un robot o únicamente en un intermediario. Debemos resistirnos a esto. El médico debe ser también emoción.

Renovamos nuestro compromiso en el fortalecimiento de la relación médico-paciente
y en la denuncia de toda práctica de la telemedicina que atente contra ella

  1. Las incumbencias médicas
    No olvidamos la lucha por nuestras incumbencias, ya que muchas otras profesiones no-médicas han avanzado sobre las que corresponderían en exclusividad a la profesión médica. De todos modos, continuaremos buscando que el trabajo médico y su responsabilidad sigan valorándose. No se trata de la superioridad de ninguna profesión sobre otra, sino de las especificidades de cada uno de ellas. Si no se respetan se irá en contra del sistema de salud y de las necesidades de la población. Cada uno debe cumplir su tarea, no es posible que una obstétrica medique o realice alguna intervención quirúrgica aunque sea mínima. Pero esto es lo que contempla la ley en la provincia de Buenos Aires; la AMAP se ha opuesto, y como respuesta ha recibido el enojo de diferentes sectores.
    Esta asociación considera de suma importancia llamar a la reflexión y toma de conciencia por parte de las autoridades y sectores con poder en el control del ejercicio profesional y la protección de la salud de la comunidad, sobre el enorme riesgo que genera la modificación de incumbencias en favor de profesionales cuyo título de grado no los habilita a realizar los actos médicos que por estas nuevas normas se permiten efectuar.
    En pleno siglo XXI con el permanente avance en el conocimiento y las ciencias médicas, resulta sorprendente que se implementen nuevas normas legales que consientan realizar determinados actos médicos a otros profesionales, tradicionalmente definidos como colaboradores de la medicina (Ley Nacional 17132 del Ejercicio de la Medicina, entre otras normas). El médico cuenta con una formación universitaria integral, que lo ha capacitado para evaluar a la persona en conjunto y por ello, le ha asignado determinadas incumbencias propias del título de médico que no pueden ser delegadas a profesionales con una formación más acotada.

En esta gestión, reforzaremos la defensa de las incumbencias médicas, en defensa del trabajo médico, la salud de los pacientes y el funcionamiento del sistema sanitario

  1. Modelo sindical argentino
    Los dirigentes de la AMAP sentimos orgullo de ser sindicalistas. El modelo sindical argentino ha sido ejemplo para todo el mundo por su fortaleza, su capacidad de negociación y su fuerza de movilización. Podrán existir representantes que comentan delitos o sean corruptos, como los hay en otros sectores, pero el conjunto de los sindicalistas pelean por los derechos de sus trabajadores. En la actualidad, para justificar medidas que recortan derechos laborales se recurre a la estrategia de criminalizar o desprestigiar al sindicalismo en su conjunto. Se realiza una generalización y se intenta que la sociedad dude de la honestidad y el compromiso de toda la dirigencia, se olvidan que gracias al trabajo de los sindicalistas hoy se goza de una serie de derechos que han hecho mejor la vida de las personas, como vacaciones, licencias por maternidad, negociación de salarios, cobertura de salud, entre numerosos beneficios. En estos tiempos parece necesario recalcar que el sindicalismo es la única herramienta para el logro de mejoras laborales.
    Nuestra meta más importante cuando creamos la AMAP fue constituirnos en un sindicato y no en un gremio. Los gremios son grupos de personas que se juntan para tratar de mejorar su situación. Un gremio, también, es una cámara empresaria que se agrupa para definir sus políticas. En cambio, un sindicato es el que representa al trabajador exclusivamente para mejorarle las condiciones de trabajo, salario, entre otras cuestiones, ante su empleador y ante el Ministerio de Trabajo. A veces ambos términos se utilizan como sinónimos pero ideológicamente son diferentes. Y la AMAP es un sindicato sin lugar a dudas.

Seguiremos defendiendo el sistema sindical argentino y luchando como
un sindicato de médicos en pos de derechos laborales

  1. Unión del gremio médico
    La herramienta principal que tiene el profesional ante la realidad que hemos descripto en los puntos anteriores, es agremiarse. Sumarse a los sindicatos médicos como la AMAP que lucha por sus derechos laborales y sus condiciones de trabajo, es la clave para lograr más conquistas. La unión del gremio médico es fundamental para conseguir revertir la grave situación, que hoy atraviesa nuestra profesión, esto implica dejar de lado cualquier diferencia para focalizarse en la lucha conjunta en la defensa integral del médico. Deben buscarse los intereses comunes que seguramente potenciarán a las diferentes instituciones del sector y beneficiarán a sus afiliados, que en definitiva son el objetivo principal. La AMAP ha hecho alianzas con otros sindicatos médicos para potenciar su lucha, seguiremos ese rumbo porque sin duda la sindicalización es el único camino para poder torcer el rumbo.
    Solo la unidad, a través de las entidades representativas médico-gremiales, en el reclamo de los legítimos derechos de los médicos logrará que la medicina vuelva a ser un trabajo digno.
    Trabajamos en un área crítica como es la medicina; la salud es un derecho humano y tenemos la mayor responsabilidad en su cuidado, para eso es imprescindible que trabajemos en condiciones adecuadas y con la tranquilidad de que vamos a poder vivir de nuestra profesión. Es indispensable comprender que somos sujetos de derecho como cualquier otro ciudadano. Esos son principios comunes a todos, independientemente del sector en el que trabajemos. Por eso la unidad del gremio médico debe ser posible y la AMAP trabaja intensamente para cumplir este objetivo.

En este ciclo, seguiremos bregando por la unidad
del gremio médico para fortalecer la lucha por nuestros derechos

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