Hoy, en la pandemia y mañana, la salud debe ser prioridad
Por el Dr. Héctor Garín, secretario General de la AMAP. Los médicos no somos héroes. Somos trabajadores de la salud. Es cierto, en el sector privado, en un amplio porcentaje, trabajadores precarizados. Hoy, la sociedad pone la mirada sobre nosotros, una mirada atenta y solidaria.
A todas esas personas que observan con admiración nuestra tarea, queremos agradecerles los aplausos y los estímulos pero, también, queremos decirles que no perseguimos ese objetivo. Este es nuestro trabajo, y solo queremos cumplirlo. Como otros grupos sociales, cumplen sus funciones en medio de esta pandemia. No pedimos nada extra a cambio. Tenemos vocación, tenemos compromiso, tenemos un deber social que cumplir, somos solidarios y sentimos amor por nuestro prójimo. Es solo eso, y a la vez nada más y nada menos que eso. A veces, como en este caso, sabemos que ponemos en riesgo nuestra vida, nuestra salud, la de nuestras familias, pero hemos realizado un juramento con toda nuestra convicción. En situaciones de epidemias, como por ejemplo la de fiebre amarilla, muchos de quienes nos antecedieron se sacrificaron en pos de la salud general. Podríamos decir que el ejercicio de la Medicina, es hoy una cuestión de fe, de respeto a nuestras creencias: defender la vida de nuestros conciudadanos.
Y aquí debemos detenernos. Para cumplir nuestro trabajo, para respetar nuestras creencias, no solo necesitamos los insumos necesarios y los medios de protección ahora y ya para la pandemia, sino condiciones laborales dignas siempre para desempeñar nuestra función. Pasada esta situación, esperamos que empresarios y Estado entiendan que la salud pública es una, que abarca al sector privado y a las obras sociales. Esta emergencia deja a la vista que los médicos, que todo el equipo de salud, debemos trabajar con derechos laborales garantizados, y no bajo formas precarizadas, irregulares, con salarios indignos. Con el miedo de perder el trabajo. Los médicos necesitamos trabajos seguros, estables. Y como la salud es una sola, los diferentes resortes estatales deben intervenir y deben impedir que los médicos seamos sometidos a un maltrato laboral tan frecuente. El Estado tiene esa capacidad de acción. Debemos repensar al Estado con una visión más benefactora, priorizando la salud, el trabajo, la educación, la justicia, la cultura.
En este contexto, no existen subsectores, la salud es una sola al servicio de la población para lograr que el impacto de esta enfermedad sea el menor posible. Y ahí, más allá de la incertidumbre, estamos todos los trabajadores de la salud alineados.
La historia nos muestra que el sistema de salud argentino es fuerte, es amplio, es solidario. Y a pesar de los embates de los gobiernos liberales, sigue de pie con muchas de sus capacidades. ¿Qué hubiera pasado si se hubiera profundizado más el ajuste en salud? ¿Podríamos asistir hoy, como asistimos, a un sistema que se refuerza pero mantiene de pie su histórica y solvente estructura? Yo creo que no, que sería imposible enfrentar las consecuencias del COVID-19 si se hubiera logrado destruir “lo público”, se lo dañó, se lo recortó, pero su esencia, su tradición, su mística, su ideología, nos posibilitan hoy estar de pie frente a este virus. Lo que sucede en el mundo nos da el claro ejemplo: los países con un Estado presente, con sistemas de salud sólidos, han resuelvo mucho más pronto y de forma más eficiente los desafíos que a diario impone el coronavirus. ¿Qué sistema de salud tendríamos hoy si diferentes gobiernos no hubieron intentado achicarlo? Si aún con medidas regresivas, nuestro sistema nos enorgullece, si no lo hubieran atacado, seguramente todos estaríamos hoy más tranquilos. Hay que pensar no solo en lo que se hizo, sino también en lo que no se hizo.
En representación de un sindicato médico, hay otra cosa que queremos decir con mucha firmeza: el modelo sindical argentino ha estado una vez más a la altura de este momento clave de nuestra historia. Ofreció su ayuda, sus hoteles, sus médicos, sus insumos para contribuir y sumar esfuerzos.
Ya hacia el final de esta reflexión queremos reconocer no solo a nuestros colegas, sino a todo el personal de salud, a los trabajadores que realizan tareas esenciales, a las fuerzas de seguridad, a los argentinos que con responsabilidad se quedan en sus casas, que es hoy el único tratamiento y la única vacuna.
Por último, decir una vez más que no somos héroes. Los héroes no tienen miedos, ni dudas, ni contradicciones. No tenemos superpoderes, ni somos especiales. Somos personas que eligieron una profesión, por profunda vocación, una actividad que hoy nos pone en el centro de la escena, pero que ejercemos cada día con el mismo compromiso, aunque nuestra situación laboral precaria esté invisibilizada. Qué esta dolorosa situación que atravesamos, nos sirva para que nos puedan ver de otra manera: no como héroes, ni como mártires, sino como “laburantes de la salud” a quienes hay que brindarles condiciones dignas de trabajo y nunca más trabajo precarizado. Lograrlo, era y deberá ser responsabilidad del Estado. Esa es nuestra esperanza y por eso como sindicato seguiremos peleando. Como daremos pelea a esta pandemia, con orgullo de ser médicos y con la certeza de que todos juntos cada uno desde su lugar será protagonista de un triunfo que nos obligará a repensarnos como sociedad.
¡Salud, Argentina!