La AMAP no hace política partidaria sino política gremial
Posicionamiento institucional de nuestro sindicato sobre los dichos del Presidente y la responsabilidad del sindicato en la pelea entre intereses políticos a los que la entidad es ajena
Los ánimos están crispados. Si nosotros los médicos, que ocupamos un lugar social clave en la pandemia, no somos capaces de poner un paño de serenidad en plena crisis y entramos en una pelea que no es la nuestra y nos dejamos llevar por ambiciones espurias de un sector de la clase política, estamos condenados al fracaso social y al caos institucional.
Como médicos defendemos la vida, inmersos en una pandemia generada por una enfermedad que puede llegar a ser mortal. Como sindicalistas defendemos a los colegas y los llamamos a no ser parte de estos enfrentamientos sin sentido. A la par que los contagios aumentan, nuestro cansancio también. La grieta ideológica contamina hasta el agua y mientras los profesionales de la salud continuamos a la vanguardia de una guerra sanitaria, nos dejamos llevar al centro de una pelea de intereses espurios, que no es la nuestra.
Los invitamos a movilizarnos por cuestiones más estructurales, ya que muchas veces como gremio nos hemos encontrado solos. Manifestémonos para denunciar el trabajo esclavo de los médicos residentes, la contratación irregular que los dueños de la salud privada hacen de los colegas que debieran tener un salario digno con todos los beneficios que otorga la ley (el más importante, hoy, la ART o el derecho a una jubilación apropiada). Movilicémonos por la intrusión de otras profesiones en nuestras incumbencias. Alcemos la voz en contra del intento de imponer el peligroso negocio de la telemedicina privada para la atención de los enfermos.
Esos son solo algunos de los temas clave en los que la AMAP viene trabajando con denuedo, temas que en general son silenciados, con la complicidad de la inmensa mayoría de las organizaciones médicas tanto gremiales colegiadas como científicas.
Defensa gremial y Estado presente
Repetimos que no compartimos los dichos del Presidente, que evidentemente han sido muy agraviantes para una gran cantidad de médicos. Pero, creemos que en esta profunda crisis sanitaria que la segunda ola nos impone no es saludable para el sistema quedar atrapado en debates, ni manipulaciones; tampoco queremos dejarnos usar por la política ejercida de forma miserable. El tema tomó una relevancia desproporcionada. Ante el pedido de disculpas, y la realidad que nos agobia, el tema debió agotarse. Todos podemos dar nuestro punto de vista personal, y hasta creemos que tenemos la obligación democrática de hacerlo porque es una forma de participar, pero siempre con claridad y sin ironías. La gravedad de lo que vivimos no debería dejarnos tiempo para esto.
A los que han sentido que nuestro sindicato debió sumarse a esta pelea nos parece oportuno recordarles que la AMAP reúne a los médicos para su defensa gremial independientemente de la religión o del partido político al que pertenezcan. Al existir tantas y tan variadas interpretaciones, y consecuentemente tantos y tan diversos puntos de vista sobre lo expresado por el Presidente, casi como el número de afiliados al sindicato y todos muy respetables, decidimos institucionalmente señalar el error en el mensaje presidencial, aceptar sus disculpas y exaltar una vez más el sacrificio anónimo y cotidiano del colectivo sanitario, para dejar bien aclarada cual es nuestra dura realidad.
Hemos recibido diversas opiniones en relación a este posicionamiento que sin duda están teñidas, de uno y otro lado, de convicciones políticas que respetamos. Pero la AMAP no hace política partidaria sino política gremial.
Todo nuestro reconocimiento a los médicos y médicas, y demás integrantes del equipo sanitario, que son un ejemplo de ética. Los miles de héroes anónimos que integran el sistema de salud de la Argentina y que luchan contra este enemigo invisible, el COVID 19, priorizan la vida ajena ante cualquier otro bien, y no deben ser distraídos con falsas y peligrosas discusiones que solo pretenden agrietar el tejido social.
Sin ningún lugar a dudas, un Estado presente, un Estado que nos cuide a todos, no es nada más ni nada menos que la expresión de un sanitarismo solidario y presente.