La pandemia, crónica de un fracaso anunciado

Nota de opinión de nuestro secretario General, Dr. Héctor Garín, en la que se destaca como han fracasado los distintos sectores en la prevención y gestión de la pandemia

Son incontables los planteos que hoy escuchamos, leemos y oímos sobre porqué llegamos, hoy, a esta situación tan compleja en la cual la sociedad ya no está protegida frente al COVID-19, entre otras cosas, porque el sistema de salud está colapsado y no hay prácticamente camas de terapia intensiva disponible.

Pero, ¿cuántos de estos argumentos son autocríticos? Muy pocos. Y sin embargo, lo cierto es que la realidad actual de la pandemia es una crónica de suma de fracasos de toda la sociedad.

Un triste listado de fracasos

Fracasó la política porque no ha logrado un consenso que permitiera administrar la pandemia con raciocinio. Muchos dirigentes se han preocupado más por resolver situaciones personales o partidarias, en lugar de invertir su tiempo y sus esfuerzos en cuidar la salud de la población. Con el solo propósito de ver fracasar a su adversario, sin importarles los consejos de los expertos sanitaristas, ni de los infectólogos, desconociendo cómo funciona el sistema de salud e ignorando las necesidades de la comunidad.

Se politizó muy imprudentemente la pandemia. Se han llegando a desconocer las decisiones del propio poder político. Esto abre la puerta a una anarquía; mañana puede ser otro el Gobierno y otros los funcionarios; si entramos en un círculo en que unos se ignoren a otros, o hagan oídos sordos a las determinaciones a nivel nacional, estaremos a las puertas de una situación institucional muy peligrosa.

Fracasaron los líderes sociales, que ignoraron los mecanismos de prevención, y organizaron marchas y reuniones, que pusieron en riesgo a sus propios grupos de seguidores.

Fracasó la Justicia, que una vez banalizó la medicina y tomó decisiones sin conocer la dimensión sanitaria de las medidas de restricción. La Justicia que es parte -representada en diferentes fueros o jurisdicciones- de la disputa política de la que debería ser totalmente ajena e independiente.

Fracasaron los medios de comunicación, también, porque desbordaron, apabullaron con datos, noticias, estadísticas, discusiones, informes, pero no lograron hacer entender lo más importante: la responsabilidad que teníamos todos en la pandemia. No es cuestión de un grupo político,  ni social, ni empresario, es toda la sociedad la que tiene que escuchar y hacerse cargo de su rol. Lo único que hicieron los medios de comunicación fue generar dudas y complicar más las cosas. Y como ejemplo paradigmático, llegaron a negar la vacuna y provocaron en muchas personas miedo y rechazo frente al mejor aliado que tiene, hoy, el sistema sanitario: la inmunización.

Los medios de comunicación no han podido ponerse de acuerdo para trabajar en una única dirección: la salud de la población. Y ese es su gran fracaso.

Fracasó la sociedad porque no cobró consciencia de la realidad; los actos de irresponsabilidad generaron contagios masivos y la falta de compromiso en el cuidado individual y colectivo, es otro eslabón en esta serie de frustraciones.

Fracasaron los sindicatos. Nosotros como grupo médico a pesar de diversos llamamientos, recomendaciones, de reiterar hasta el cansancio -y siempre que tuvimos la posibilidad- la imperiosa necesidad de respetar la normativa y los protocolos no hemos logrado imponer nuestro pensamiento sobre cómo prevenir el desborde del sistema sanitario. Estamos de acuerdo con las medidas de restricción -por supuesto que no es una decisión agradable-, es imposible bajar el nivel de contagio en las condiciones actuales.

Replanteos necesarios

Si la sociedad hubiera comprendido lo que había que hacer, no estaríamos en esta situación. La comunidad no pudo discernir el riesgo de enfermar y morir al que se expone. Lamentablemente, ni los médicos, ni lo políticos, ni  los comunicadores, conseguimos que “la gente” entendiera la dimensión de lo que nos sucede. Si no replanteamos las conductas de todos, vamos a vivir momentos dramáticos e irreversibles. Nadie va a salir indemne de la pandemia, que ha impactado en todos y cada uno de nosotros.

La improvisación en políticas sanitarias, años de recortes presupuestarios en salud y falta de recursos, también, tuvieron su impacto. Del otro lado, el trabajo a destajo del personal sanitario, que a esta altura sufre un profundo agotamiento.

La incapacidad de los dirigentes y de los empresarios de la salud que creyeron que podían salvarse solos,  y deberían haber dejado de lado egoísmos, egos e intereses personales, incluidos sus fines de lucro, mientras dure la pandemia y aportar esfuerzo, trabajo, solidaridad con humildad. Y estoy hablando de la totalidad del sistema: público, privado y de obras sociales.Las muertes que podríamos haber evitado

Nuestro agradecimiento a todos los médicos que trabajan al frente de la atención de pacientes con COVID-19, han ofrendado  su vida en pos de sus semejantes, y lo hago extensivo a todo el equipo de salud. Pero, y ya no es algo que nos pueda sorprender, los colegas están mal pagos, no son reconocidos, salvo de la boca para afuera, ni por los funcionarios ni los empresarios del sector privado y, muy penosamente, tampoco por la sociedad porque si hubiera comprendido el sacrificio que el sector médico hace, hubiera cumplido mejor las normas de prevención.

Detrás de todos estos fracasos, están los enfermos, los que han pasado días en terapia intensiva, conectados a un respirador, lejos de sus afectos. Las familias que han sufrido sin poder acompañar este padecimiento. Y están los muertos que podríamos haber evitado y esto no tiene vuelta atrás, y tiñe de desazón y pesar el ejercicio de nuestra profesión y nuestro corazón.

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