Salvemos al sistema de salud que está en terapia intensiva con pronóstico reservado
Hay una realidad que es insoslayable: en la Argentina, no existe igualdad de posibilidades ni equidad en el acceso a la salud. Y la situación se agudiza cuando el Estado deja de cumplir con su responsabilidad de velar por la salud de la población.
Se ha advertido ya en reiteradas oportunidades que la falta de políticas precisas en Salud desembocaría en una crisis profunda del sector.
El actual contexto político, que habilita que el DNU 70/2023 siga vigente y que se hayan dados las condiciones para aprobar la Ley Bases, impacta de lleno en los sectores de la salud pública, tanto de gestión pública como privada, dándole un golpe de «knockout» al sistema en su conjunto.
El sistema de salud, en su totalidad, se sacude violentamente frente a cada una de las crisis socioeconómicas que sufre nuestra población. Solo para enfocarnos en el mundo del trabajo, que es el que nos ocupa, vemos cómo se acelera la caída de empleados en relación de dependencia mientras crece la precarización laboral con la proliferación de contratos de monotributo que conlleva, entre tantas pérdidas (esto sin hacer mención del deterioro en las condiciones de trabajo que genera), el desfinanciamiento de las Obras Sociales.
En paralelo la desregulación de la prepagas, dejándolas a “merced del mercado” y al “libre juego” de la “oferta y la demanda”, representa otro ataque al bolsillo de las familias que se suma a los aumentos de precios de los medicamentos, alimentos y servicios (transporte, luz, gas, agua, etc.). Incrementos desmedidos que van en contramano con el casi nulo aumento en los ingresos tanto de quienes se desempeñan en el sector formal como informal, sin mencionar la miserable percepción que representan las jubilaciones y pensiones.
Datos oficiales a mayo de 2024 indican que los salarios han caído 13,1% en términos reales, una caída sin precedentes en la historia reciente de nuestro país. Además, son 16,1% más bajos de lo que eran en mayo del año pasado. Detalladamente, desde noviembre de 2023 hasta mayo de 2024, las cifras salariales muestran variables significativas entre los grupos: los salarios no registrados han visto caer su capacidad adquisitiva en 22.7%, los sueldos del sector público han perdido 18.4% en poder de compra, mientras que los registrados del sector privado disminuyeron un 6.5%.
Otro dato muy preocupante es la baja en la venta de medicamentos, lo que evidencia que la salud de la población se está dañando objetivamente generando en el corto y mediano plazo una posible crisis sanitaria. Los medicamentos de venta libre cayeron un 35%, mientras que los recetados registraron una baja del 20%. La causa es clara: desde diciembre del 2023 hubo un incremento en el precio de los fármacos del 157%, según indica el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que además informó que en algunos medicamentos el aumento fue del hasta el 600%, principalmente en medicamentos consumidos por la tercera edad.
Cada vez menos médicos donde se los necesita
Una serie de factores está impulsando, desgraciadamente, el abandono de la profesión médica. Estos factores incluyen la disminución irresponsable de los presupuestos de salud por parte de los gobiernos de todos los niveles (municipales, provinciales y nacional), los salarios de las y los médicos que no alcanzan niveles razonables para una actividad indispensable, los sacrificios realizados por el personal de salud no reconocidos por casi nadie, la precarización laboral y la banalización de la profesión médica.
Si bien en 2024 se presentó al Examen Único de Residencias un 15% más de postulantes que en 2023, eso no deja de ser un mero dato estadístico. La realidad es que existe una falta de cobertura de vacantes en especialidades críticas que se encargan de las patologías más prevalentes, desde enfermedades infectocontagiosas hasta las crónicas no transmisibles (diabetes, hipertensión, problemas cardíacos).
El orden de mérito publicado por el Ministerio de Salud reveló que fueron 4.890 los recibidos en Medicina que se presentaron a dar el examen para cubrir 4.556 cargos repartidos en 45 especialidades. Vamos a los detalles: para la categoría Medicina General y/o Medicina de Familia se necesitaban cubrir 415 puestos, pero se presentaron 100. En la especialidad de Clínica Médica, la situación no fue mejor, la necesidad era sumar 613 profesionales, pero solo se postularon 256. Lo mismo ocurre en Pediatría, un área con un faltante crítico de profesionales desde hace un tiempo: 388 profesionales estaban interesados en la residencia, pero se necesitaban cubrir 759 puestos. También lo vemos en dos áreas centrales, Terapia Intensiva y Emergentología; en la primera, había 105 interesados para cubrir 256 vacantes y, en la segunda, la demanda de puestos era de 30 médicos para un cupo de 96. En otras especialidades las cifras son más acotadas, pero consideramos que el impacto puede ser grande (Infectología, Neumonología, Nefrología, Anatomía Patológica, Hematología, etc.).
Si a estos números le sumamos el hecho de que un número considerable de médicos especializados, al finalizar su Residencia emigran hacia otros países buscando un futuro más promisorio que el que hoy les ofrece el nuestro, nos quedamos de esta manera también con un menor número de profesionales calificados.
Debemos sumar a este contexto la necesidad de una reivindicación más: “nuestro salario no es ganancia”. Luchamos para que se reconozca que nuestra tarea esencial no puede ser sometida a las reglas impositivas, como un bien más.
Para encontrar soluciones en esta compleja situación, resulta imprescindible la participación de todos los sectores a fin de lograr un equilibrio. Es imposible obtener respuestas accionables si el reclamo o la discusión parte desde un único sector.
Exhortamos a todos, a los responsables de la formación médica, a quienes llevan adelante las políticas sanitarias, a los políticos responsables de las leyes que afectan al sistema y a quienes permanentemente hablan de soluciones en congresos y jornadas, a consensuar para encauzar en una dirección correcta nuestro sistema de salud que está en crisis, en terapia intensiva y con pronóstico reservado.
Y fundamentalmente, los exhortamos a que dialoguen con quienes efectivamente trabajan en el sistema.
“No hay cuidado de la salud sin médicos. No hay un buen sistema de salud sin salarios dignos”