SER MÉDICO, UN TRABAJO MUY RIESGOSO. Por Dr. Héctor Garín

Más allá de los riesgos propios de la profesión, el médico enfrenta a diario situaciones que no solo ponen en peligro su vida, sino que además afectan la calidad de la atención de la población que asisten

El trabajo del médico es de por sí una tarea en la que deben enfrentarse riesgos, de hecho el contacto con la muerte y el dolor son constantes, con todo lo que implica emocionalmente ejercer una actividad que se desliza en una frontera tan compleja. Sin embargo, existen algunos riesgos que el médico no debe asumir, no se trata de pagar plus por tarea peligrosa, o de limitar las tareas asistenciales. Acá la cuestión es brindarle al profesional la seguridad laboral suficiente para que no ponga en riesgo su vida, ni la de sus pacientes.
Un fallo reciente determinó la inocencia definitiva de dos médicas del Hospital Fernández injustamente acusadas de abandono de persona por no ingresar a asistir a un paciente en una zona de alto riesgo para sus vidas. Esta determinación judicial reafirma lo que sostenemos desde los gremios médicos: no se deben sumar nuevas víctimas durante la atención médica.
Cada vez más el médico se expone a situaciones que ponen en jaque su seguridad: violencia hacia el equipo de salud (a diario se registran casos de maltrato físico y verbal), escenarios de trabajo inseguros (son varias las situaciones en que colegas han sufrido heridas por derrumbes, como un ejemplo, durante un operativo sanitario), malas condiciones laborales (falta de insumos, o espacios físicos inapropiados para trabajar), jornadas extensas (residentes que llegan a cumplir hasta 80 horas semanales), pluriempleo (algunos llegan a tener hasta cinco empleos diferentes), exposición a tóxicos (ya murió una colega por inhalación de ácido ciánitrico en ejercicio de su profesión), y un estrés laboral que puede incluso generar profundos cuadros de depresión u otros trastornos mentales. Estudios realizados en todo el mundo, incluso en nuestro país, determinan que el 50% de los médicos por lo menos presentan síntomas de síndrome de burnout, ya sea cansancio emocional, desapego por el paciente e insatisfacción por la no realización profesional.
Esta breve descripción no pretende ser desalentadora, ni busca victimizar el trabajo médico. Por el contrario, busca poner el foco sobre las responsabilidades de autoridades sanitarias y empresarios de la salud. Si bien es cierto que hay una cuota de estrés laboral y de riesgo profesional inherente a la medicina, hay otros factores evitables o al menos que podrían disminuir notablemente su incidencia. Si no se asume que deben brindarse normas de protección, escenarios seguros de trabajo y condiciones dignas de trabajo, el médico será un trabajador en un alto riesgo de enfermar, ser lastimado, y hasta morir en el ejercicio de su trabajo.
Desde el gremio concientizamos a los colegas para que hagan su aporte individual en el cuidado de su salud, y para que sepan cómo y a dónde hacer los reclamos por sus condiciones de trabajo, sin embargo hay un vasto terreno que escapa a nuestras posibilidades. Empresarios y autoridades deben entender que de ellos depende que la medicina pueda continuar ejerciéndose en plenitud, y que son ellos los que deben garantizar una práctica segura para así brindar salud a la población. El médico hará lo suyo, que es fundamental, pero no puede hacerlo en soledad y es un estado de indefensión que pone en peligro su propia integridad física.

Dr. Héctor Garin
Secretario General de la AMAP

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