Opinión. ¿Están matando a la medicina privada? Dr. Héctor Garín, secretario general AMAP
Frente a las agresiones hacia los médicos, la inseguridad y las condiciones laborales, cada vez es más difícil cubrir cargos de profesionales en determinadas áreas.
En las guardias, neonatologías y sector de terapia intensiva, esta realidad se vuelve muy patente. Los dos motivos más importantes son los bajos salarios y las condiciones de trabajo.
La consecuencia es muy grave: no hay neonatólogos o terapistas para cubrir guardias, tanto en el sector público como en el privado. Esto lleva a un decaimiento de la calidad médica porque las instituciones contratan a los profesionales disponibles sin ejercer un verdadero control de si cuentan o no con la especialidad certificada o en el caso de profesionales de otros países, con el título homologado para ejercer en nuestro sistema de salud.
Hay un ejemplo muy contundente: hay médicos del interior del país que viajan a la ciudad de Buenos Aires para trabajar en ambulancias 48 horas seguidas, y luego vuelven a sus provincias. A pesar de que se intenta ejercer ciertos controles, muchas veces se desconoce si el profesional que sube a una ambulancia cumple con todos los requisitos para desarrollar esa tarea.
Estamos llegando a un punto de quiebre en el que un médico se plantea si tiene sentido de especializarse en emergentología o neonatología, si la remuneración y las condiciones de contratación van a ser las mismas que las de especialidades que no implican tantos riesgos ni tanto estrés laboral. Sin desmerecer ninguna especialidad, el tipo de exposición que conlleva salir en una ambulancia, entrar a una zona peligrosa, es mucho más crítica. La situación se agrava para las mujeres médicas porque por cuestiones de género las circunstancias son aún más complejas.
Hay una actitud equivocada por parte de los empresarios, que todavía piensan que “mientras menos se gasta, más se gana”. También se justifican diciendo: “se paga de acuerdo al mercado”. La pregunta es: ¿quién dicta lo que paga el mercado? La respuesta es muy clara: son ellos mismos. Se reúnen en las cámaras que los agrupan y deciden, por ejemplo, cuanto van a pagar una guardia. No se trata de un mercado real, sino de uno inducido por los mismos empleadores.
Como los médicos no se comprometen con esas empresas, no tienen “la camiseta puesta”. Hoy en día no puede haber ningún compromiso por parte del profesional si lo maltratan o le pagan poco.
Entonces, ¿qué sentido tiene trabajar en áreas de riesgo y de alta complejidad con salarios de mercado que no cubren las necesidades ni las expectativas? Es preferible orientar la profesión hacia áreas menos riesgosas, mucho menos expuestas a la agresión o al riesgo de mala praxis.
Cada vez habrá menos médicos capacitados en especialidades críticas y se agudizará la falta de profesionales con experiencia en alta complejidad o alto riesgo. Esto provocará la caída de la calidad médica con perjuicio para el médico, el paciente y el sistema sanitario.
Los empresarios de organizaciones de salud suponen que esta situación les es económicamente beneficiosa. En algún momento, si siguen con esta política de mantener sueldos y condiciones de trabajo indignas, van a terminar con la profesión en las áreas críticas. En alguna oportunidad les dijimos en referencia a los empresarios: “ustedes creen que nos están matando”. En realidad, yo creo que se están suicidando.