¿Quién es responsable del error médico? Un análisis desde el gremialismo
Algunos estudios señalan a los médicos como únicos culpables del error médico, cuando en realidad hay un sistema que es responsable por las condiciones de atención y las laborales
Por el Dr. Antonio Di Nanno, secretario del Interior de la AMAP
Es habitual que se haga referencia a la cuestión del error médico desde un enfoque legal o económico, ya que está ligado al análisis del funcionamiento de los sistemas de salud. Por otra parte, se suele utilizar este tema para establecer algunas previsiones presupuestarias debido a que la posibilidad de un error de esta índole implica un determinado movimiento de dinero en una institución de salud. Pero pocas veces se propone una mirada desde el médico, que es el involucrado directo y la víctima de un sistema donde, una vez más, se coloca al profesional en el tapete.
En el contexto social de hoy, es necesario enfatizar que cuando el error surge nunca es por mala intención, es un hecho que sucede por una eventualidad pero nunca hay un interés en cometerlo. El médico jamás tiene la finalidad de dañar a su paciente;por el contrario, estudia y luego se esfuerza para salvar vidas.
Relevamientos incompletos
A partir de un relevamiento oficial que se realizó en nuestro país se determinó que el 12% de los pacientes sufre algún tipo de complicación. Esta cifra surge porque durante 2007 y 2008, la Argentina participó, junto a otros países de América Latina, del Estudio Iberoamericano de Eventos Adversos (Ibeas) sobre la seguridad en la atención en los hospitales, que se realizó con la colaboración de 11.379 pacientes de 58 hospitales. Los resultados se conocieron recién en 2010, pero no tuvieron una masiva difusión.
Hace unos años el diario La Opinión publicó una nota sobre un importante paro médico en Israel y curiosamente decía que durante esos días de inactividad habían fallecido menos personas. Esto es improbable, pero sí existe la iatrogenia (un daño en la salud, causado o provocado por un acto médico involuntario). El intervencionismo puede causar daños reparables o irreparables, que pueden tener un costo económico o de vida o de discapacidades, y probablemente sea válido ese porcentaje.
El estudio, además, determinó que en el 3,4% de los casos los pacientes murieron y en el 33,8%, quedaron afectados con una discapacidad de moderada a grave. Las causas principales son las infecciones intrahospitalarias (37,3%) y los procedimientos médicos (25,7%). Un 46% de los errores en la atención era evitable: un 47% durante los cuidados y un 53% durante la administración de los remedios.
Sobre estos datos sobreviene el análisis de la Dra. María Cristina Ferrari, directora del posgrado de Alta Gestión de Calidad de los Servicios de Salud de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica Argentina (UCA), quien sostiene que la gestión de calidad a nivel nacional debe ser una política de Estado y que las instituciones públicas y privadas deben estar obligadas a acreditarse a través del cumplimiento de ciertos estándares posibles. Ambas cuestiones son indiscutibles porque es una necedad decir que no hay que ser eficientes y que no hay que tener una gestión de calidad.
Sin embargo, deberíamos analizar estas cifras y determinar cómo influye la calidad de atención médica en estos resultados. Habría que evaluar cuáles son los parámetros que se tienen en cuenta para definir qué es la calidad de atención, sobre todo en un país como la Argentina donde hay tanta desigualdad, que claramente puede verse reflejada en un indicador social tan sensible como es la salud de la población.
Calidad y desigualdad, una relación quebrada
El grave problema que tenemos en nuestro país es que no se puede medir la calidad de atención donde hay tanta desigualdad. Durante la gestión del ministro de Salud, Ginés González García, el Programa de Garantía de Calidad de Atención Médica pasó a ser el Programa Nacional de Calidad de Atención Médica y se creó el concepto de habilitación categorizante para poder calificar y clasificar a las instituciones de todo el país, ya que no cuenta con los mismos recursos una entidad ubicada en Buenos Aires que una de Formosa. Se debe garantizar una fuerte inversión en la atención primaria de la salud para poder equipar de alguna manera la injusticia sanitaria tan grande que existe.
Los números son aterradores. Es cierto que las infecciones hospitalarias afectan a casi la tercera parte de la población de cualquier institución sanitaria, y seguramente sea mucho más grave en los hospitales públicos que en algunas instituciones privadas que cuentan con otro tipo de recursos.
El negocio de la salud
También, se sabe que detrás de esto se ha creado una industria del juicio que pone de manifiesto que hay un negocio que genera mucho dinero. Es algo habitual ver en la puerta de los hospitales personas que reparten tarjetas de abogados o de estudios jurídicos o que se las dejan a los pacientes cuando nadie los observa, como si fueran volantes de una obra de teatro que entregan por calle. Es triste pero es la realidad.
Condiciones laborales, ¿qué induce al error?
Lo cierto es que no se plantea en absoluto en qué condiciones trabajan los médicos. ¿Qué induce al error? Porque el error no es solamente consecuencia directa de la praxis médica sino también del contexto laboral de los profesionales de la salud. Como lo hemos mencionado muchas veces, un médico de ambulancia que trabaja tres días seguidos de guardia o el que hace dos días corridos de guardia en una institución sanatorial,seguramente no se encuentre en condiciones óptimas. Esto, al igual que la falta de insumos necesarios para trabajar, puede inducir al error.
Los médicos aunque nos falte algún insumo, no vamos a dejar de hacer nuestro trabajo. Pensando en el paciente, hacemos todo lo que se puede a pesar de las condiciones adversas, pero esto no se ve reflejado en el tipo de análisis que comentamos en párrafos anteriores.
La mayoría de estos estudios tiene un enfoque economicista y buscan culpar, si se puede, al sistema estatal (principalmente) y al médico. Los demás factores que influyen en cómo el profesional está inserto en el sistema, de qué forma trabaja, cuál es el reconocimiento por su tarea, no están contemplados.
Somos testigos de disparates como las publicidades de la empresa de ambulancias Vittal que ofrece un servicio de pediatría a domicilio cuando sabemos que esa entidad dispone de un solo pediatra, por lo que queda claro que lo que se dice en los avisos de propaganda es mentira. ¿Quién controla que se le mienta a la población descaradamente con este tipo de cosas? ¿Quién es responsable? Las acciones de marketing son muy fuertes, y esa es una de las tantas razones por la cual los médicos somos el lugar de impacto de la reacción negativa de la población: nos atacan porque somos la cara visible de la institución.
Los médicos como variable de ajuste
Sin embargo, somos los médicos quienes paramos la pelota, tapamos los agujeros de las instituciones frente a la falta de insumos y de las necesidades básicas para poder trabajar porque creemos como médicos que tenemos la obligación de hacerlo. A mi entender este es el principal causal del error médico: las condiciones en las que trabaja.
Si un profesional atiende cinco pacientes por hora, u opera en un quirófano y en otro paralelamente, ¿cómo no se va a equivocar? No se trata de dinero porque con los sueldos que se pagan y los valores miserables de los nomencladores, uno se juega la vida por nada. Lo primero que se deja de reconocer es el valor intelectual del acto médico aunque debería medirse únicamente en estos términos. Y lo que se debería evaluar, también, es la calidad de atención de las instituciones que tienen que acreditarse.
Como en el caso de los hospitales y clínicas de Francia, son ellos mismos los que solicitan la acreditación y ninguno se arriesga sino está seguro de obtenerla, porque eso es lo que les da prestigio. Pero en la Argentina no estamos en ese estado de cosas y por eso no funciona el sistema de salud, y terminamos, sin duda, siendo los médicos la variable de ajuste de las inequidades de las organizaciones.